De las tres banderas blancas
una ondeó esta tarde:
la de la soledad.
La de la altura y la nieve
no se han avistado.
Me gustaría estar ahora en Navacerrada viento verde y frío
y caminar por el paisaje que dejan los pinos.
Aquí estoy en cambio
unido a una silla
mirando palabras imágenes nombres luces
que no dicen la ferocidad
del aire entre las copas de los árboles.
Por mi ventana noto en mis ojos
el frío que estoicos sufren los álamos blancos.
Sigo mi juego y búsqueda de nombres,
ordeno acentos entre ellos
y fijo alguna idea después de todo.
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