El labio que calla se convierte en cicatriz. La historia de este hombre se puede resumir en dos ocasiones que tuvo para hablar de cosas importantes y se mordió la lengua, como se suele decir. Este hombre estaba apesadumbrado por un pensamiento duro que se le había instalado en la amígdala. Todos eran unos cabrones, pensaba. Y no le faltaba razón. Y vio a Carmen una tarde y la saludó y le habló del último libro que había leído que resultó ser un rollo. Y, poco a poco, la venganza que trazaba se había ido convirtiendo en una operación fallida. Sin embargo, el hombre deseó llevar a cabo esa operación fallida hasta las últimas consecuencias. Y no hubo carretera.
Tu madre come bien.
Qué bien que tu madre come bien.
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