Yo me quiero hacer de un aire en medio del vendaval. El vendaval es triste, no lleva más que egoísmo encima y debajo. Las lunas operan la noche con su filo de órgano quirúrgico. Poco a poco iremos dando la vuelta a este mundo de satélites ignorados e ignorantes hasta que no se vean ya más por el espacio. Cortaremos todos los cables que conducen a la miseria moral, al deseo de fastidiar, al polucionado mundo de los amantes de las piedras. Piedras son ellas que andan deseando un yate, una joya, algo exclusivo que colgarse del cuello. Dan mucha pena estos que quieren solo la dureza de la vida y no el alma de las personas. Pero existen, no dejan de existir.
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