Esta tarde me regala ademanes flojos, sonrisas dormidas y un amor distraído. Es un verso de Luis Salinas, de la generación del 27. Las tardes tienen por costumbre prepararnos para la noche. Las tardes nos relajan, nos van indicando el término del día. Las canciones de los conciertos vespertinos nos crean una sensación de amores dormidos, de versos de poetas muertos ya hace tiempo. Las sonrisas de la tarde son cansadas porque el día ha sido agotador. Había que hacer la comida, dar un paseo con mi hermano, ir al supermercado. La tarde nos agota, nos quiere cansados, de ademanes flojos y sonrisas tenues.
No hay comentarios:
Publicar un comentario