Entre los aguaceros de mentiras
y el frío de esta fiesta de los muertos, transito yo averiado de la mente, con escalofríos de pueblo, cal y cemento.
Así pasa el mundo y el poder que lo dirige, tristemente imbécil, doblemente cansado.
La luz agota la hierba, la lluvia se mete en el cielo y el hombre mata su casa poco a poco.
Es el designio de los higos que le nacen a la higuera, es la muerte que azuza la devastación del Amazonas y los ríos grandes y buenos.
El hombre se destruye y la naturaleza se revuelve de dolor.
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