Cuando un escritor no sabe qué escribir, precisamente escribe: "avanza la mañana" y luego sigue escribiendo. Así que avanzando la mañana, las personas de bien y las malas se desperezan por las calles. En esta ciudad hay mucha emigración, emigración de todo tipo. Los viejos compran pan, los jóvenes fuman un cigarro sentados en un banco público. Las perspectivas de los jóvenes en España son muy poco alentadoras. Los viejecitos, cuando ya no pueden más, ingresan en una residencia donde los cuidan una plantilla escasa de enfermeras y médicos. Todo escasea en España, menos las patrañas, la gente extraña y las cañas de cerveza en los bares. La vida da su giro tenebroso en este siglo maldito. El mundo está enfermo. Se necesita un médico de hierro o muchos de ellos para que sane.
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