Hoy he tenido un día movidito. Ayer noche ya lo barruntaba y no pude dormir bien. Vi la tele, usé el ordenador y yo creo que conseguí dormirme a las tres de la madrugada. Me levanto a las 10, voy a que me pongan la inyección para mi enfermedad, voy a la psiquiatra que me da la receta de las inyecciones de próximos meses sin preguntar qué tal estás; voy a la farmacia, donde encargo las inyecciones del mes de mayo y junio. Parece que la gente ha perdido bastante los modales. No saluda apenas, no habla, hace como los robots, solo ejecuta.
Cualquier cosa rompe la rutinaza esta asquerosa de todos los días. Por la tarde discuto con mi hermano sobre la manía de tomar pastillas por su cuenta o quitárselas. Yo creo que esa manía le conducirá al psiquiátrico otra vez y la psiquiatra demostrará por cuarta vez su ineficacia o su inutilidad. En fin.
Ahora vengo cansado de traer dos bolsas hasta los topes de un kilómetro de largo que reside el Ahorramas de mi casa. Para toda la semana. Pero he ido parando cada cierto tiempo y me he echado un cigarrito en un banco. La primera vez que fui iba como huido, con las bolsas cargadas como si me persiguiera alguien. En la calle he visto pasar bastantes coches y ninguna policía. Aquí, en Majadahonda vigilan muy poco.
Ahora tengo que ir a la farmacia a por las inyecciones.
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