El camino sube y el camino baja. Mi deseo es un vaivén en el camino para poderte ver otra vez muriendo de cordura. No vengas a mí echando pestes de la montaña. La montaña está muy lejos. Y tú me estás echando el aliento, un aliento vinagroso y abstemio de licores. La parte de tu ser que incita al odio se está volviendo más aguda que una aguja. Pero saldrás adelante si conversas con la tapia del colegio, con la parada de autobús, con la cercana acera de los nadies. Y como compensación a tanta barbarie de tu boca, te diré que tienes un amigo a tu lado, un buen amigo para siempre.
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