Ayer Paco y yo estuvimos charlando pero no salían más que temas negativos: nuestra familia disfuncional, nuestro padre, que se las hizo pasar canutas en muchas ocasiones a Paco durante su trabajo en el taxi, la gente de por aquí, de Majadahonda. Todo eran críticas. Pero era así porque Paco estaba nervioso por tener que ir al hospital. Para Paco, el hospital le trae muy malas sensaciones. A las 3 de la tarde me dice que ya no va a ir al hospital y se relaja un poco. Por la tarde, vuelta otra vez el pesimismo, esta vez no sé por qué. Seguiría su obsesión con el hospital o con el deseo de dormir y no despertarse pronto, a eso de las 4 de la mañana, para dificultarle el sueño. Estuvo sopesando la idea de tomarse un medicamento toda la tarde y luego se lo tomó. Se ha levantado hoy a las 7, 30. Demasiado pronto. Hoy está lloviendo, pero lo peor ya pasó.
La honra y el vidrio siempre están en peligro.
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