¿Qué diferencia hay entre crear una novela y crear un coche? Crear un coche tiene un sentido práctico inminente: sirve para transportarnos pero el coche exhala una poesía especial. Yo, por ejemplo, siempre deseo un feliz viaje en coche en buena compañía, haciendo un viaje. Me gusta tanto el viaje como el punto de llegada. A eso llamo yo la poesía automovilística no al enjambre de coches que pululan por la ciudad contaminando. Siempre he defendido y usado el transporte público para la ciudad. Hasta ahí el encanto del coche. ¿Es superior el encanto de la novela? No es superior ni inferior. Va en gustos. Hay gente que no se bajaría nunca de un coche y farda en él y es como un niño en una cuna. El coche le mece el ego, le acaricia, le anima a la conducción. Yo he leído mucho más que viajado. Yo me he mecido tras los renglones de las novelas, he viajado más que en un coche, he conocido gente a porrillo, me he visto envuelto en muchas situaciones de todo tipo gracias a la lectura. Pero noto que es un cliché comparar la lectura con un viaje. Pero seguiré leyendo, no cabe duda.
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