Me acuerdo de que el año pasado me obsesioné con la idea de viajar aunque fuera modestamente. Como dice Unamuno en su novela "Niebla", se viaja por dos causas: deseo de conocer otros lugares u odio al lugar en el que se está. Insistía en mi mente ese año la idea de ir a Toledo, cosa que no hice pero no creo que lo motivara el amor a esa ciudad sino el odio a Majadahonda, en la que yo vivía. Los autores del 98 viajaron frecuentemente a Toledo porque veían en esa ciudad las esencias de España. Yo pensaba en Toledo por su cercanía y cuando lo tenía todo preparado para irme pensaba que qué iba a hacer yo allí solo sin nadie con quien hablar ni comentar lo que se viera allí y el calor que iba a pasar y otros inconvenientes con lo que no me lancé a ir. Lo que hice fue ir a Madrid varias veces pero sin nada calculado más que caminar al buen tun tun de lo que pronto me harté y también dejé de ir. Este año no deseo viajar y no lo hago. Quizás lo haga gracias a los libros.
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