Siempre he procurado, junto con mi hermano gemelo, cuidar de mí mismo y de ser discreto. Quizá esta actitud me la hayan inculcado con su severidad de padres mayores, mis propios progenitores y en especial, mi madre que "nunca quería llamar la atención de nadie ni que se armara ningún escándalo por nuestra culpa". No recuerdo haber hecho en la vida nada notado por los demás en un sentido o en otro. Como decía Eugenio, el de los chistes, "me gusta pasar por esta vida en silencio". Cuidar de mí mismo ha supuesto, en una gran medida, buscarme un modo de vida que ha sido ser profesor hasta que no he podido más con el cargo. Mi cuerpo sabe de los madrugones que me costaba cruzar toda la comunidad de Madrid hasta el instituto que me encomendaban como interino, pues yo no conducía e iba siempre en transporte público. Las horas de tren que he pasado escribiendo o corrigiendo aún las siento en mi memoria como si fueran ayer. En fin, hay que saber vivir sin que nadie sepa que vives.
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