Ya he cambiado de ciudad cuatro veces en lo que va de semana, eso según el horóscopo. Sin embargo, he ido al supermercado y los escaparates siguen igual, anuncian las cosas tristemente. Me he tirado toda la mañana y parte de la tarde en el hospital, con mi madre y mi tía. A ver si dan pronto el alta a mi madre porque si no, vamos a acabar todos mal, sobre todo de la cabeza. Este viernes no todo es raro o aburrido aunque tengo que fregar un montón de platos y cubiertos y hacer acto seguido una berenjena rellena para mañana. Mañana, cuando me levante, haré comida para el domingo. ¿Cómo debe ser un viernes? Hace tiempo que no lo sé, todos los viernes vienen con una martingala tonta con que llenar el tiempo de mala manera. No hay viernes como los de antes; no hay antes, que es peor. Ya todo es diferente. Mi madre mala, no hay domingos en casa, no hay más que la cruda realidad de una cas llena de tareas inmundas.
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