Tras un fin de semana pobre de emociones llega este lunes pobre de solemnidad. El cielo está muy luminoso y los pájaros, como siempre, no dejan de piar. Tengo que hacer la comida y no tengo ganas. Dónde estará la vida alegre que cantaban los de antes. Tampoco tengo ganas de escribir, mi cabeza está plana como un plato. Quizá esta luminosidad hace que mi cabeza esté vacía de todo pensamiento. He mirado las poesías de poetas antiguos y como si nada, nada me decían aunque fueron escritas para estimular la mente y el sentimiento. Hoy estoy opaco a todo acto cerebral. He preparado una comida sencilla y he comido poco y después de echarme un poco en la cama cavilando no sé qué cosas que no van a ningún lado me he puesto a escribir mi novela con un resultado satisfactorio: por fin una Musa se ha bajado de el Parnaso azul y me ha querido brindar hoja y media de redacción feliz. Luego he ido a comprar y luego estoy aquí escribiendo esto. Punto y aparte a un lunes plano y azul como el agua de una piscina.
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