Junio ha venido con sus calores y sus colores. Mi niña Lola, mi niña Lola, se le sube a la cara el color de la amapola. Dulces trinos me despiertan por la mañana, el sol brilla como nunca. Dormir toda la tarde sería un acierto para vivir las noches juninas, todas llenas de gatos maullando por las calles, un tibio airecillo colándose por la camisa, las calles desiertas, toda la noche en la calle esperando a que salga el sol, llegará el nuevo día y yo no me daré ni cuenta. El nuevo día es un concepto político, de política futurista: nadie pasará hambre (sólo el que quiera) y todo lo harán las máquinas. Isaac Asimov ya predijo que las máquinas nos dominarán porque empezarán a pensar ellas solas. Ay, el día que las máquinas empiecen a pensar ellas solas. Ya no habrá amapolas sino imágenes de amapolas y un montón de fotos asquerosas que enseñar a las abuelas. Pero, ¿habrá abuelas cuando las máquinas empiecen a pensar por sí mismas? Esa es la cuestión y no otra.
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