Se ha nublado el cielo como si Dios quisiera poner un borrón a la tarde. Ya se han perdido en el ayer unos días de mucho sol y mucho calor. Los trinos de los pájaros son más pausados, atendiendo al frescor de la atmósfera. No se sabe aún si han llegado las golondrinas pero las cigüeñas ya están haciendo sus nidos. Empezamos todos a intuir un verano seco y caluroso. Yo me tiendo en la cama casi toda la tarde mientras suena en la radio su música, sus entrevistas más rabiosas y sus noticias de política. Suena el saxofón en el piso de abajo. Me baño tan ricamente. Si notamos que la Unión Europea está pasando por un difícil momento, Saturnino sabe jugar muy bien al mus y de todo nos libramos a la sombra del sicomoro. Los árabes saludan al dictador de occidente como si las masas rabiasen un póker continuo de jugárselo todo a una paella que se cuece los domingos. Yo, ya digo, ya me he secado. Me pongo mi batín y mando al mayordomo: !aceitunas!
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