sábado, 29 de junio de 2013

Yo viví un tiempo
en que los campos eran verdes;
los ríos, limpios.
El hombre se ha encargado de matar tanta dicha.
No hay mejor regalo para un niño 
que contemple el vuelo de un águila,
el florecer de los campos,
el sueño de la comadreja
y se moje con la lluvia generosa de las nubes.
Pero no.
Todos los niños quieren tener coche,
ese maldito invento que ya es un atraso.
Piso flores, hierba ajusticiados por el sol.
Las ciudades crean el falso mito del progreso
creído por los incautos del acelerador.
Yo, viendo tanta sequía, tanto amarillear, tanto calor
que no veía de pequeño
me llevo las manos a la cabeza y digo:
NOS CONVERTIREMOS EN UN SECARRAL.

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