Desde el acantilado, el mar parecía una sábana azul, lisa y conforme a tenderse en ella.
Mario iba a pescar.
Había bañistas tomando el sol en tumbonas. La mañana parecía de seda azul como la bata de una chica guapísima que saliera al balcón a saludarnos.
Poco a poco, el sol se fue alzando como un trofeo para todos los que estábamos allí.
Las vacaciones no podían ser mejores. Habíamos hecho amigos y la temperatura no podía ser mejor.
Madre compró empanadas en el mercado.
Pero Luisa se rompió la pierna de la manera más tonta.
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