sábado, 29 de junio de 2013

Yo viví un tiempo
en que los campos eran verdes;
los ríos, limpios.
El hombre se ha encargado de matar tanta dicha.
No hay mejor regalo para un niño 
que contemple el vuelo de un águila,
el florecer de los campos,
el sueño de la comadreja
y se moje con la lluvia generosa de las nubes.
Pero no.
Todos los niños quieren tener coche,
ese maldito invento que ya es un atraso.
Piso flores, hierba ajusticiados por el sol.
Las ciudades crean el falso mito del progreso
creído por los incautos del acelerador.
Yo, viendo tanta sequía, tanto amarillear, tanto calor
que no veía de pequeño
me llevo las manos a la cabeza y digo:
NOS CONVERTIREMOS EN UN SECARRAL.
Ver amanecer trae un mundo de ilusiones 
y muchas horas aprovechables.
Ver atardecer deja la mente pensativa y torpe,
dispuesta a los placeres de la noche
que a veces son malos.
En la vida
no sobran amaneceres ni soles cansados, 
está todo contado desde que Dios los hizo.
Lo que falta en el ser humano es la mesura,
virtud escasa a la que los clásicos se refieren
como la mejor de todas.
Sé prudente, sé comedido, sé respetuoso 
y vivirás con dignidad
los años que la Parcas tejen para ti.
Huye tanto del placer desmedido como del dolor.
Huye  a veces de ti mismo
porque tú mismo eres a veces tu propio problema.
La vida anda a trancas y barrancas por andurriales a veces. Otras, por el camino recto y cuidado de la felicidad. Cuando andamos un camino sin baches, no nos damos cuenta de que existen.

La chica que yo quiero a veces es testaruda y parece que lleva una maceta encima de los hombros algunas veces. Otras, todo fluye como si nadara por un río manso cuando estoy con ella.

La familia parece un cruce de parabienes hasta que un miembro o toda ella se desvía, se aturulla, se trastabilla y todo parece ir mal en la comida de los domingos, en que nadie quiere hacer daño a nadie diciendo la verdad.

Los amigos lo son cuando se dan cuenta de que lo pasas mal e intentan consolarte cuando llega la ocasión. Para estar en el bar tomando algo cualquiera se apunta.

Para ganar dinero hay que salir de casa, conocer gente nueva y colaborar con ella en los trabajos, adaptarte a lo que hay que casi siempre no es gustoso. En casa no hay más que distracciones vanas que no llevan a ningún lado.

Dicen ahora que las leyes de educación están hechas para que sólo estudien los ricos. No hay argumento más falaz y filibustero que este. Yo, cuando voy al metro, no veo pobres y ricos. Veo gente.

Hay gente que no cree más que en sus derechos. Hay gente a la que el jefe representa un explotador. Yo nunca iría a buscar trabajo a la casa de un pobre, sin embargo.

Los padres no niegan nada a los hijos. Mal hecho. Si empiezan dándoles todo, a lo mejor terminan donde no quisieran y los hijos hechos unos hijos de puta por el abuso al que sometieron a los padres.

viernes, 28 de junio de 2013

Después de unas tardanzas y malentendidos, ya me puedo matricular en septiembre de Estudios Ingleses o Filología inglesa.
Me voy 15 días al pueblo a dar clases a una hija de una prima mía en el pueblo. Espero pasarlo bien.
Paco ha estado mal estos días, quejándose de la comida y todo eso pero bueno, no se puede ser bueno en todo.
Llevo unos días que no escribo en el blog, no se me ocurre nada.
Dejaré de escribir porque me voy al pueblo.
La novela la dejó en todo lo alto después de haber acabado la obra de teatro que incluyo en la misma.

martes, 25 de junio de 2013

Paco es muy tranquilo, no se inmuta por mucho que pase o digan. Paco es un hombre llano, al que le cansan los rollos que se inventan en este mundo traidor.
Paco no sabe mucho de informática e inglés, conocimientos necesarios para encontrar trabajo en una oficina con aire acondicionado.
Lo malo de Paco es que es un poco hipocondríaco y sufre por cualquier dolorcillo que se le venga al cuerpo o al alma.
Paco sabe mucho de la cadena del adn, de los hidratos y del contenido de un tomate pero no sabe mucho de tratar con mujeres, a las que admira y desea. Se le traba la lengua en su presencia y no da con el término querido.
Paco estudió mucho en su día, bebió mucho y tuvo contactos con mujeres buenas y malas en su noche de antes. Ahora es un bendito que dice que quiere tener novia y no se le ocurre cómo.
Paco duerme y ronca como si la serenidad se le colara por la respiración. Por fin duerme de un tirón Paco, el pobre Paco.

lunes, 24 de junio de 2013

Arde la tierra en verano
y el sol nos prepara para la siesta,
para la playa, para vivir en su ausencia
y de noche, bajo los astros desnudos,
los cuerpos sienten la brújula del deseo.
Pero la tierra ya no aguanta tanto calor, tanta desmesura.
La primavera se queja
de que no la dejan reinar, florecer, llorar.
Las flores, según nacen, perecen al sol.
¿Quién ha visto a las mariposas?
¿Saltan los saltamontes en el campo, amigos de la verde yerba?
No hay verde yerba. Hay sol.
Sol que mata las lluvias, sol que seca, sol que desespera.
El verdugo del verdor nos matará
por no sé que asunto del ceodós, de los coches,
de la alarmante contaminación.
La primavera ha muerto. Vivirá el desierto.

domingo, 23 de junio de 2013

Iba Cervantes con el culo detrás y con la picha delante y se encontró a un moro con unos papeles y se los compró por un saco de higos.
¿Que había en los papeles?
Pues la historia del ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha, pero eso sí, en versión mora.
Así que Cervantes se lo leyó y en vez de los desiertos de Abu Dabi puso la meseta de la Mancha.
En vez de una mora que estaba buenísima y sensual, puso a la garrula de Aldonza Lorenzo, alias Dulcinea.
En vez del cultivado Mohamed Alí Suliemán puso al refranero Sancho Panza.
Y en vez del follador y enamorado Quijolín de la Picha Brava puso al loco de Don Quijote.
Con lo que todo resultó un bodrio y una mala imitación del original árabe en el que la mora sensual y buenísima folla como Dios con Quijolín de la Picha Brava y el cultivado Mohamed Alí Suliemán nos deleita con sucesos dignos de un Charlot antiguo y divertido.
Las arenas del desierto arábigo guardan el secreto de los personajes originales ya que Cervantes, el muy tuno, quemó los papeles del moro. Aún hay moros que recuerdan la belleza de Fátima de Bagdag, nuestra Dulcinea cristiana.
Uno que lee mucho sin duda sabe mucho y uno que anda mucho sin duda ve mucho, esto lo dijo Cervantes antes que yo.
Yo suelo andar por los mismos sitios que ayer.
Pero procuro leer todo lo que puedo.
Así que sé unas cuantas cosas.
Yo, cuando era profesor, les decía a los alumnos que leyeran mucho, que así mejorarían su ortografía al ver las palabras impresas correctamente escritas y además, aprenderían.
Pero los alumnos no leían.
Era más divertido jugar con maquinitas de matar. O jugar al fútbol. O vagabundear por la ciudad.
Yo he vagabundeado mucho cogido de la mano de un personaje cualquiera y me he metido en sus pensamientos y andaduras.
Cuando uno lee, deja de estar en el sitio en el que está y se va lejos, a un tren, a otra ciudad, a vivir otras vidas, a meterse en la piel de otros hombres.
Pero no hay cosa mejor que vivir la vida, esa reparte ilusión, realidad y ostias a discrección: no hay mejor lectura.

viernes, 21 de junio de 2013

Este era el chófer de un banquero que se enamoró de su hija. Pero el banquero dijo que la niña no debía tener relaciones con la plantilla. La niña insistió un poco pues ella también estaba un poco enamorada del chófer. El banquero despidió al chófer y este se compró un taxi.
Una noche de sábado después de que el taxista ya estuviera casado y con dos hijos le tocó recoger a la puerta de una discoteca de moda a la hija del banquero borracha perdida.
Al recuperarse un poco de la borrachera y al reconocerlo, la hija del banquero le preguntó qué tal le iba y el taxista respondió que iba tirando.
La carrera hasta el chalet del banquero se hizo en silencio, un silencio que bastó para que la hija del banquero saliera de su estupor etílico y el taxista recordara viejos tiempos.
La hija del banquero dejó buena propina pero no se acordaba del nombre del antiguo chófer, al igual que le pasaba al taxista, que le dio las gracias y siguió rulando por Madrid con un insistente recuerdo mientras atravesaba calles y más calles adornadas del neón multicolor.
Acabo de ver la peli "La dama de Shangai". El protagonista cae en medio de una banda de tiburones, según sus propias palabras pero se enamora de una "tiburona" (Rita Hayworth) que finge un amor por él para después intentar matarlo. La moraleja de la película es que si sirves a unos ricachones, estos te pueden usar para lavar sus intrigas para después acusarte.

La peli está bien, se hace turismo, se ve a la Rita en bañador negro y se disfruta de una trama muy liosa en la que quieren matarse unos a otros.

A mí no me gustan este tipo de películas de mucha muerte y mucho lío de dinero y sentimental.

Prefiero la historia de la gente de la calle que lo que más mata es el tiempo.
Pero veo bien que Orson Welles se luzca con este tipo de pelis en que sale con una mujer guapa y prepara un circo argumental para que se vea que es un talento y que llegaría muy lejos en esto del cine.
Bueno, yo no entiendo de cine pero donde esté una peli como "Átame" que se quiten todas las Ritas Hayworth.
Ahora veo por la calle a esos con los que estuve trabajando. No me gusta verlos, casi me pongo nervioso al verlos. Quisiera que desaparecieran.

Son gente ingrata, que no sabe ser simpática, ni siquiera amable.

He tenido experiencias con ellos de todos los colores, casi todas amargas.

No se comunicaban conmigo, no me dieron apoyo ninguno, me dejaron en un rincón, como si yo no trabajara con ellos.

Pero me da igual, el saludo no se lo voy a negar porque yo no soy tan desagradable como ellos, tan engreído como ellos, tan soberbio como ellos.

Dicen que la soberbia fue el primer pecado que hubo en el cielo y así nos va con los soberbios que alzan los brazos y hacen especulaciones con el prójimo.

Que los den por culo a todos ellos. Yo no necesito nada de ellos. No necesito ni verlos y si los veo, no los trataré como ellos lo hicieron conmigo.
Resulta que yo soy licenciado de Filología Hispánica. Años más tarde hice el curso puente a Filología Inglesa. Ahora quiero seguir con el curso de Filología Inglesa. Tuve que echar una solicitud para que me adaptaran al plan nuevo que se llama grado. La solicitud la eché el día 24 de abril. Todavía no me han contestado ni el decano ni nadie. Hoy he llamado a la secretaría y dice la secretaria que el programa "le ha echado", que la llame dentro de diez minutos. Mientras, estoy escribiendo esto. La secretaria se ha echado las manos  a la cabeza cuando le he dicho que yo eché la solicitud hace más de un mes. Cuando las cosas no funcionan, es que no funcionan y nada más. No hay más que incompetentes en todas las administraciones y así me ha pasado a mí: que he caído en manos de un incompetente en el proceso de pedir algo.
A la administración no se le puede pedir nada, esta visto. Todo es un inmenso lío que ellos, los administrativos, lo multiplican por mil.
Y así nos va en España, toda llena de ventanillas con incompetentes detrás de ellas.

lunes, 17 de junio de 2013

Cada uno carga con sus preocupaciones. El estudiante, con sus libros que medio entiende y sus calificaciones que le atormentan. El oficinista, con sus números que cuadran o no cuadran y los plazos aterradores para entregar esos números. El albañil con el cemento, con los peones a los que manda, con el calor y el frío. Y así un sinfín de aconteceres que no dejan la cabeza ni el corazón en paz, siempre lleno de sobresaltos.

Pero, ¿y la madre trabajadora? Lucha en mil frentes abiertos un día y otro día porque si la casa ya es un trabajo fuerte y desproporcionado, el trabajo es otro.
Además, la madre carga con la tarea sentimental de que haya armonía en el hogar.
La madre quiere que sus hijos aprendan, que el marido la quiera o por lo menos que la deje en paz, que el hermano pequeño no dé celos al mayor, que el mayor madure, que todos se quieran.

Y encima, se levanta temprano para trabajar y en el trabajo, además de la tarea puede encontrar gente que la incordie, incluyendo los compañeros de trabajo.

Si el marido es compresivo, encontrará tiempo y ganas para ayudarla y para darle consuelo a la mujer trabajadora con la que está.
Si es un ceporro, no verá nada de los esfuerzos sentimentales y voluntariosos que hace su mujer y todo irá sin orden ni amor.

Bueno: como conclusión diré que si todos cumplimos la función que nos es dada, todo va sobre ruedas. Como haya uno que se descuerne y otro tumbado a la bartola o poniendo peguitas, todo se descalabra y vamos mal.
He estado al pueblo un fin de semana. Desde diciembre que no iba. Allí me conoce todo el mundo y no hago más que estrechar manos y decir: hola Paulina; qué tal vamos, Gil; coño, Rafa, cuánto tiempo y cosas de este tipo y también puedo hacer como que estoy medio muerto mirando al cielo en la plaza del pueblo y solo me molesta la vista el vuelo de las golondrinas.

Y también voy al bar y me lo paso genial bromeando con unos y con otros.

Y me doy una vuelta en bicicleta y disfruto del paisaje castellano, libre y ancho como el vuelo del águila.

Y estoy en casa con madre y salen a relucir cosas de hace mucho tiempo o cosillas de la familia y me siento muy bien.

Como había fiesta en el pueblo de al lado, he bailado la jota y otras canciones.

Pero lo bueno de todo es que se me han quitado de la cabeza pensamientos que se han ido a tomar vientos en todo el tiempo que he estado en el pueblo y se me ha quedado la cabeza hueca que es el mejor estado para ser feliz.

Y luego vuelvo a la ciudad y ya no conozco a nadie ni nadie me conoce a mí y todo es un vagar de un lado a otro sin mucho sentido y con mucha pesadez de corazón y cabeza.

sábado, 15 de junio de 2013

El tipo aquel había llevado una vida de perros pero en llegando al bar y tomándose una copa de coñac, era otro. Había trabajado en lo peorcito, como un azacán. Sus padres murieron por la mala vida que llevaron. Una hermana que tiene se metió puta hace tiempo y no sabe si estará muerta. Este tipo había probado de todo: la droga, la rebelión, los palos de la policía, el pico y la pala, los barrotes de la cárcel, el ambiente del hampa y últimamente, por sus queridos pero malos tratos con las mujeres, el temido sida.

Pero llegaba al bar como el primerito y el más deseoso y echándose la copa al coleto, era otro.
En cuanto bebía ya estaba dispuesto a que otra ostia del destino se quedara estampada en sus carrillos demacrados.
Hoy ha llegado este tipo a la plaza y por un dime y un direte, se ha enzarzado con un moro que no le pasaba hachís y han ido los dos a comisaria. Puro trámite para él.

A las siete de la tarde sale de comisaria y pide a un amigo de los pocos que le quedan, que le invite a un coñac. Luego cena en casa de otro amigo de igual andar y caletre que él pero con más posibles. ¿Cómo no va haber a estas alturas socorro para él, que lleva pisadas mil mierdas?
Con el dinero que le ha dado el amigo se va a dormir a una casa de putas y ya sueña con el castaño color de su bebida favorita cuando despierte.

La vida abre tantos interrogantes en el ser humano que la vida misma, a veces, es incomprensible para él.
A todos nos gustaría saber de qué va la vida, ser unos sabios en ella, a la vez que la disfrutamos.
No todos podemos. Nadie puede en un cien por cien desentrañar eso que estamos  viviendo. Siempre hay dudas.
Unos ponen su fe en los hijos, en amarlos, en educarlos, en que sean felices y aún así no consiguen esa comprensión de ellos, ese agradecimiento a lo que hacen por ellos.
La vida en su principio pone o no los cimientos de la venidera, de la madurez y así nos va cuando vamos a morir, dependiendo de si esos cimientos han sido buenos.
La vida también es un aprender de lo que nos va pasando pero no nos mojamos en el mismo río dos veces y las sorpresas aguardan en el camino.
¿Es un frenesí la vida? ¿Es un sueño? Yo creo que la vida es de carne y hueso y duele mucho a veces. El sueño debe ser la inmortalidad pero nadie ha venido a explicarnos esa inmortalidad.
La religión nos ofrece un cielo con moralina, un pórtate bien para ganar otra vida. Parece que fuera poco ir ganándonos esta.
Cuando nos damos cuenta de que los pilares que creíamos ciertos se desmoronan, ahí es donde nos prueba la vida. Vemos el engaño, la traición, la doblez y eso nos mata. Lo que antes era blanco ahora es negro, parecemos ovejas perdidas sin consuelo alguno.
El cielo es azul pálido, no promete nada. La tierra es dura como ella sola y los que andamos por ella podemos confiar en que nada merece nuestra confianza.

viernes, 14 de junio de 2013

A veces las horas de trabajo rutinario se nos hacen eternas, no avanzan como querríamos.
Otras veces son la horas en casa, esas horas de aburrimiento en que suenan los ruidos de los coches, la televisión nos aburre, nada nos entretiene, no tenemos ganas de leer, etc.
Esos momentos nos hacen pensar que estaríamos mejor en otro lado, querríamos vivir otras vidas mientras otros quizá querrían vivir la nuestra y luego pensamos para consolarnos: cuántos habrá peor que yo. No debo quejarme.

La vida es así: junto a emociones intensas que a lo mejor no queremos o que las disfrutamos mucho hay horas y horas y horas que parecen tiradas a la basura.

Hay una canción de Manolo García que dice: "nunca el tiempo es perdido" pero no sé cómo sigue para explicar el contexto.

Nunca el tiempo es perdido porque por cojones hay que vivirlo y nada más. La gente inquieta lee, escribe, hace lo que puede por evitar el aburrimiento. Reflexiona sobre él, quizás o reflexiona o piensa mientras se aburre.

Pero lo que está claro es que si hay mucho tiempo de aburrimiento puede ser nocivo y eso hay que evitarlo: 
LÁRGATE, HUYE, ESCÁPATE.

Lo que no trato son esos otros momentos en que no es que estés aburrido, es que estás jodido. Entonces, con más razón debes buscar un cambio. 
Un hombre vino inútil del ejército y se aburría un montón en la pequeña ciudad. Harto de ir al bar y hablar con otros hombres aburridos, probó a darse una vuelta por el campo.

Salió de la ciudad y anduvo tanto que al volver hubo de dormir a la vera del camino. Se quedó profundamente dormido al lado del camino, a unos kilómetros de la ciudad.

Entre la noche vino un león hambriento y lo olió pero pensó que estaba muerto y no lo comió. Horas después bajó un gran águila del cielo y anduvo picoteándolo pero no despertó. También creyó que estaba muerto y no desgarró con su pico sus entrañas para comerle el hígado.

Ya llegando la aurora, llegaron una manada de hienas que estuvo rondando al durmiente unas horas pero olieron la respiración del hombre y viendo que estaba vivo, lo dejaron.

El hombre se despertó y se fue a la ciudad. Cuando llegó se encontró con un militar que venía de permiso. Hablaron. El hombre jubilado contó que se había quedado en el campo durmiendo, que se aburría, que en su vida no había riesgo.

El militar en activo dijo que iba en un tanque y que las misiones eran peligrosas. Cualquiera podría poner una bomba en el tanque y volarlo por los aires.
El hombre volvió a salir al campo pero llegó a tiempo de dormir en la ciudad pero se quejaba de su falta de riesgo y emoción en la vida.

¿Dónde está el riesgo en la vida? Hay un verdadero riesgo de ir envejeciendo e ir dejando de ser nosotros mismos y es un riesgo bastante probable de correr.

Hagamos lo que hagamos, disfrutemos de ello, pues eso es lo que nos es dado.

jueves, 13 de junio de 2013

Todo el mundo se pregunta qué es la vida y más cuando se va haciendo mayor.
¿Qué es esto que me pasa? ¿Estoy bien así o debería cambiar?
Mientras el cielo va mostrando un paisaje de nubes negras, blancas o azul indiviso como el infinito, esa quimera que perseguimos y no alcanzamos nunca.
Porque lo que tiene el hombre es deseo de infinito. Siempre.
Por muy material que sea el mundo en el que vivimos, el hombre alza la vista, luego se mira donde está y dice: ¿Dónde estoy o qué hago?

Para hacer siempre lo de siempre y querer siempre lo inalcanzable.

Quizás el arte, un hijo, el cuidado de un amor dé sentido a ese siempre ir y venir, subir escaleras, abrir puertas, siempre las mismas.

Quizá porque somos un poquito dios además de hombres, quizá porque provengamos de un infinito del que somos parte, quizá porque el hombre sea así y nada más, el hombre mira más allá del horizonte que le impide la vista de la lejanía.

Hay barrios inmundos que parecen matar ese infinito al que aspira el hombre con esos bloques de viviendas todos iguales y esa calle que no es calle, es una encerrona vital pero siempre, cuando cae el aguacero a media tarde, el hombre sale a la calle y aspira su infinitud.

El infinito sería menos infinito si todos los hombres fueran buenos.
Cuando pienso en escribir algo concreto, una historia sobre todo, pienso que siempre es algo único, es una combinación de palabras complejísima por muy simple que sea lo que se cuente.
Es algo original que parte del narrador, de la persona que cuente y en qué términos elige lo que será contado.
Estoy leyendo "Rayuela" y en esa novela aparece un escritor viejo que me parece que es trasunto de Cortázar que explica su modo de entender la novela.
Este escritor viejo que se llama Morelli habla de transgredir las normas de escritura, de no contar todo según sucede, de no escribir para un lector-hembra, como él lo llama.
Yo he pensado en escribir una historia de amor como la que hay en "Rayuela".
Otra cosa a considerar es si las novelas o la literatura en general pueden cambiar el mundo o el pensamiento de la gente.
Yo creo que no. Yo creo que la literatura ha ido siempre detrás de la historia y no adelantándose a ella en muchísimos casos.
Leer "Cien años de Soledad" no cambia en nada la visión de las cosas de nadie. Simplemente, el lector ha pasado el rato.
Se puede decir. ¿y en su momento, cambió algo esa novela? Ni en su momento ni en ningún momento. Todo lo que es tinta y papel no deja de ser tinta y papel.
En nada influye la tinta y el papel en el devenir de las cosas, de las vidas de las gentes.
Es muy pretencioso oír decir a algún escritor que él aspiraba a cambiar el mundo con su novela.

Hoy el mundo es muy material, no hace caso precisamente a lo espiritual que pueda tener la literatura

sábado, 8 de junio de 2013

La vida nos toca muy de cerca cuando nos enamoramos, por ejemplo.
O cuando sentimos el agradable tacto del mar en el cuerpo por primera vez.
O cuando sentimos que una bala nos roza el cráneo cuando huimos en una guerra.
Hay muchas ocasiones (o muy pocas) en que la vida nos sorprende con su inmediatez majestuosa.
Cuando sentimos ese alcance edénico y vital, somos más hombres que nunca. Cuando todo depende de un sarnoso horario, somos más bestias de carga.
Yo pretendo vivir una vida de altura pero no alzo los pies del suelo.
Ojalá la vida me regale algún suceso divino con que poder sentir amor a la vida y a estar vivo.
Yo me maravillo de todos los libros que se publican en España, de todo lo que se recomienda para leer.
Yo he leído un poco a los clásicos por la carrera de letras que hice. Los clásicos son buenos pero difíciles.
Pero creo que dentro de todo lo que se publica, en medio de todos los libros que nos podemos encontrar en una librería, por lo numeroso, por lo grandilocuente, por lo pueril y por lo arbitrario, no todo puede ser bueno.
Yo creo que los escritores de hoy en día mezclan los crímenes con el amor, el amor con la Historia, la Historia con lo personal, lo personal con un intento de impactar literariamente, el culo con las témporas, finalmente.
Yo no estoy acuciado por la lectura. Yo lo que quiero es que se llegue el lunes para escribir. Yo no atiendo a "lea esto" o "lea aquello" sino a "voy a escribir porque me gusta" y luego, si alguien me lee, fantástico.
Sólo pretendo en mis historias que alguien se pase el rato y aprenda algo.
Mis historias tienen la importancia de lo que pasa por la vida; esto es, muy relativa.
No aspiro a ser un gran escritor. Si un día lo soy, será por mis lectores, no por mí mismo.
Soy como Baroja, que decía: de lo que se trata es de pasar el rato.
El hombre apareció en la calle como de improviso. Le gustó su barrio de repente. Ese barrio que había pateado tanto yendo a la compra, a quedar con su novia, a tomar un café.

Pero esta vez no sabía por qué había salido a la calle.

Y dio vueltas a ver si veía algo que le sorprendiera o le motivara bajo un cialo que anunciaba tormenta y quizás fuera la tormenta lo que le sorprendería pero no llovió en todo el rato que estuvo en la calle.

Y no vio nada.

Vio una niña de trajecito estampado que jugaba afanosa en un tobogán con su madre al lado leyendo una novela inmunda, como son ahora las novelas.
Vio un señor en una tienda, aburrido, mesándose los cabellos porque la crisis hacía que no entrara nadie a su tienda.
Vio una tienda de chinos muy oscura y llena de artículos pero también vacía y al chino se lo imaginó viendo una película en un pequeño televisor.
Vio, en fin, a sus propios pasos que andaban sin forma alguna, sin camino alguno, hasta que llegó a casa.

Y en casa, después de sentarse y fumar un cigarrillo, se sintió extraño y vacío.

Como la cáscara de una nuez que no tuviera carne dentro.

Y deseó estar en otro sitio mejor, con más atracciones, con otros escenarios y perspectivas, con el querido mar al fondo, con un amigo para contarle que se sentía como una nuez hueca pero no consiguió más que una amargura le recorriera, la amargura de la nada, la amargura del aire vacío de la nuez.
Las personas nos vamos forjando. Primero somos un hierro cualquiera, divertido, ocupado, virgen como una verja, como un rastrillo, como una badila.
Luego, nos meten en el fuego a todos y dejamos de ser eso que éramos y pasamos a ser otros hierros pero fundidos ya por el fuego.

El fuego es la edad que pasa.

La edad nos moldea y hace de nosotros otros usos, otros aconteceres, otros hábitos.
Al que le va bien, con el tiempo mejora aunque envejezca: ocupa un estado mejor en la sociedad, en su tiempo libre, en el trabajo, en la familia.
Al que le va mal, todo se le desmorona y ya no es ni sombra de lo que fue. Digamos que la forja le ha ido mal. Antes era espada dominante y con la fundición se ha vuelto tenacilla grosera.
Esa es la función del paso del tiempo: ir poniendo a unos en un sitio y a otros en otro. Pero esta función es aleatoria. Con el tiempo pasan cosas aleatorias como enfermedades, accidentes, desamores, locuras, desavenencias, traiciones, juicios, ruinas económicas o personales, etc. Todo pasa aleatoriamente. No podemos buscar explicaciones a lo que nos pasa cuando pasa el tiempo. Simplemente, las cosa pasan, la forja funde el metal, nuestra cabeza da un vuelco y el corazón otro y encima somos más viejos.
Pero hay casos en que la persona en cuestión sí parece buscarse su destino, aceptado después o no.
El caso es que hay que ser valiente no en el sentido de tomar un castillo, como en las películas sino valiente para conservar la sonrisa después de la forja, del cambio, de la edad, del duro paso del tiempo.

viernes, 7 de junio de 2013

Había soñado aquella noche que estaba en un rincón de África en compañía de alguien no muy aconsejable. Había soñado con animales y con manifestaciones brutales de personas de instintos indeseables. Había soñado con humillaciones, con evidencias de cosas que no sabía pero que en el sueño se hacían una verdad hiriente.

Por eso, por la mañana, una mala sensación le acompañaba. Una sensación desagradable y pegajosa que se le había quedado metida en la mente como un gusano, como un insecto de patas sucias.

Y fue leyendo libros como consiguió que tal sensación se paliara un poco hasta desaparecer a la hora del mediodía, cuando ya las horas matinales parecen lejanas y abotargadas en el recuerdo o ni siquiera existen ya.

Y parecía haber vivido esta sensación antes y por eso le parecía más duradera. Y es que los malos sueños son reflejo de una realidad no querida.

El día estaba desapacible y la idea de que tenía que cocinar tampoco le gustaba, le daba repulsión pensar que por su estado de desasosiego la comida le había de salir mal y su compañero de piso y él malcomerían y se darían a los diablos.

Pero todo transcurrió más normalmente de lo que esperaba, todo salió como tenía que salir y poco a poco, en la mañana se restableció la normalidad de lo que es normal en todas las casas.

jueves, 6 de junio de 2013

Desde el acantilado, el mar parecía una sábana azul, lisa y conforme a tenderse en ella.

Mario iba a pescar.

Había bañistas tomando el sol en tumbonas. La mañana parecía de seda azul como la bata de una chica guapísima que saliera al balcón a  saludarnos.

Poco a poco, el sol se fue alzando como un trofeo para todos los que estábamos allí.

Las vacaciones no podían ser mejores. Habíamos hecho amigos y la temperatura no podía ser mejor.

Madre compró empanadas en el mercado.

Pero Luisa se rompió la pierna de la manera más tonta.

Con paciencia y patatas se va adelante.
No siempre estamos en la mejor de las posiciones. Por eso hay que echar mano de la paciencia y decir: ya vendrá algo mejor. Ya dije que esta vida es como vivir en un hotel: las puertas están numeradas y hay una que se va abrir y allí está nuestra oportunidad.

Hay veces que los malos pensamientos nos tienen en jaque: deberíamos hacer esto y no lo hacemos, yo debería ser así, como ese o como el otro y no lo soy.

A veces el simple azar, the simple twist of fate hace que todo cambie.

Hay gente que no puede confiar ni en ese cambio de hado o de suerte.

Pero poco a poco, analizando la situación, veremos que podemos hacer cambios pequeños que nos hagan estar a gusto con nuestra situación y sentirnos mejor.

Es como un mendigo que veo yo siempre en el mismo sitio: su situación es pésima pero por el semblante que tiene el hombre, parece que ha adecuado su vida a estar lo mejor posible.

Si un mendigo puede estar conforme a situación, ¿cómo no podemos nosotros estarlo?

A veces se trata de cambiar de hábitos, otras veces se trata de introducir pequeños cambios. Siempre se trata de hacer cosas que nos motiven.

La ley general es hacer cosas que nos gusten o nos motiven sea esto por acción o por omisión.

martes, 4 de junio de 2013

Estoy rodeado de amigos que tienen un montón de horas sin saber qué hacer.
Yo escribo una novela de 4 a 6 de la tarde.
Estos amigos no han ejercido un trabajo durante mucho tiempo ni yo tampoco.
Por las mañanas no se me ocurre nada literario. No tengo la cabeza centrada a esas horas en que me levanto pero he trazado un plan de lecturas para la mañana.
No viajo. Debería viajar un poco como cuando estaba trabajando y daba vueltas por los barrios de Madrid.

Las mañanas son más azules, de un cielo claro como mi mente absurda y deshilachada. las lejanías que yo pretendo duermen más allá de mi ventana y quizá me esperan pero yo no doy ni un paso. Las nubes son como algodones que esperaran una herida, un rasguño o una brecha sangrante.

Deseo controlar lo que fumo para que sea poco.

Quizá la respuesta a todo lo que me pasa es un autobús con dirección allá lejos pero no saco el billete maldito.

Una mochila, una cuaderno y un boli y calles nuevas por las que andar y andar mirando cosas.

Esta tarde me espera la novela.
                                         Después del café y la pequeña tertulia.

Sigo esperando. Esta espera quizá se resuelva en algún acontecimiento reseñable.