sábado, 23 de abril de 2022

Los pájaros callan. Ya pasó la triste semana santa. Llueve en abril y hace el frío que no hizo en invierno. La calle vuelve a estar desierta. Mucha gente de la ciudad tiene un chalé en la sierra, tiene un chalé en la playa, más distante. El caso es que la ciudad se arruga como la cara de una vieja y solo quedan las aceras limpias y mondas como el hueso de un pollo. Es costumbre en esta ciudad, cuando caen cuatro gotas, quedarse la calle sin gente. Yo no he salido hoy a comprar el periódico ni he visto a mis padres. Ya los veré más adelante. Las penas con pan son menos, así que me voy a hacer un bocadillo de atún esta tarde noche y pronto me iré a acostar. Para poner una nota peculiar en este blog que escribo diré que Lope de Vega tuvo cuatro mujeres y a una la tuvo que raptar. Qué cosas pasaban en la antigüedad. Hoy hay un enamoramiento atroz pero del dinero, ese metal que no huele pero hace andar a la gente de cabeza. Qué pena de sociedad.

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