Ya parece que se han ido las borrascas que emborronaban el cielo. Ahora llevamos dos o tres días de sol. Paco y yo, en nuestra soledad de dos hermanos que procuran llevarse bien, tratamos de pasar el tiempo ocupados en diversos asuntos. Yo intento escribir mi novela, mi hermano saca apuntes de la carrera y rememora temas y exámenes que le hicieron en ella. Yo tengo mis temas de la oposición y de cuando en cuando, los leo. Seguro que estoy días hay desplazamientos millonarios de gente que va a las playas a gastar dinero y tiempo. Paco y yo tenemos que estar con nuestros padres estos dos fines de semana que vienen. Las procesiones, los atiborramientos en los restaurantes, los chapuzones en piscinas y costas, las aventuras de río o de playa ya van anunciando el verano que vendrá, ya sin mascarilla y derrotado el coronavirus de una vez por todas. Pero no dan envidia estas gentes que dejan Madrid detrás en un viaje incomodísimo, con niños enrabietados porque no se llega a destino y hay que sonarles los mocos cada dos por tres. Menudo rollo.
Haz lo de siempre, te irá como siempre.
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