Pausadamente, se acerca la una del mediodía. Hay mirlos que giran en el aire y se meten en el boscaje de los árboles a esconderse. La vida hoy está desganada, no ha comido muchas horas a la mañana y por eso, está hambrienta de comerse el tiempo que queda para la noche. Queda la tarde y el ocaso para vivirlos difícilmente. Un hombre solitario y viejo pasa por la acera, rompiendo brisas y vientos. La playa está lejos, muy lejos, demasiado lejos para los que han tenido que amanecer en tierra adentro. Los bares no dan mucho de beber, no hay a quién dar de beber hoy. La gente de hoy bebe el agua sencilla que sale del grifo y se conforma. El dolor de vivir hoy se siente con especial fuerza porque estamos más solos que de costumbre. La batalla está perdida para el que se ha levantado hoy en los aledaños de Madrid capital y ha visto que el cielo no trae la brisa marina hasta la ventana de la que viene, eso sí, un airecillo muy bonito y refrescante. Dice la canción: date gomina que no te despeine el airecillo de la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario