A la una hay conversación en el parque de Colón. Acudimos unos cuantos a contarnos cómo ha ido el día, la mañana fea y oscura que ha pasado ante nosotros. La vida se arregla un poco para que todos podamos apreciar su belleza exterior. La pena es no poder haber ido a un castillo medieval a hacernos unas fotos con los amigos de siempre. Hay obra aquí al lado. Suenan las radiales y los trompazos a las paredes. Hay reforma. Estamos en el país de la reforma eterna. No sé cómo pasarán los siguientes días, espero que la sensación de aislamiento y soledad se mitigue, pero veo que cada mañana de esta semana santa va a ser difícil de digerir. Haré una lentejas mañana martes y así tenemos para el jueves y el miércoles quizás vayamos a comer de menú. El miércoles habrá otro arreón al acelerador y otra tanda de turistas se irán. Nos quedaremos aquí los de siempre, los pringados que, por una u otra causa, debemos quedarnos castigados sin postre ni plato principal.
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