Por aquí hemos quedado pocos: veo alguna mujer con su niño y alguno que pasa el rato mirando el móvil. Pero así mejor. No hay mucho tráfico de coches y los que somos estamos felices de pasar un domingo tranquilo, el domingo de ramos. Yo ya he paseado por la calle de Santa María de la Cabeza que fue la mujer de San Isidro para ir a comprar tabaco y el periódico. La semana que entra se supone que también va a ser muy tranquila, después de que se hayan ido de la ciudad unos 30 o 40.000 personas de las 70.000 que somos los habitantes de esta urbe. Yo ya he dominado mi sentimiento de envidia por los que se han ido porque no sirve de nada ese sentimiento: me abruma un poco, así que lo he podido evitar. He estado en el bar de siempre y he tomado un café con charla incluida. Hay personas que llevan su convencimiento de las cosas a extremos inconcebibles, pero debe ser así. A las 12:00, me acerco donde los padres y estoy hasta la hora de comer leyendo el diario. Luego comemos y me vengo a casa. Feliz día para disfrutar descansando y leyendo un poco y viendo pasar las agujas del reloj sin ninguna prisa.
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