Paco me chantajea con no llevarme en coche si no voy a comprar pan de molde. Lleva así todo el día, desde por la mañana. Mi hermano es un poco cansino. Los días ahora pasan bien, ya olvidé la depresión de febrero que me tuvo un poco tocado. Mi novela va sin rumbo como una chalupa con agujeros en el velamen. La vida se muestra confiada y tranquila hasta que me tope otra vez con la cara agria de la enfermedad. Pero bueno, el caso es que la guerra va a durar mucho, me da la impresión, porque en el Kremlin han dicho que tienen engañado a Putin. Pero no pueden engañar todo el rato los generales al líder ruso: los cadáveres de soldados rusos seguirán llegando porque Ucrania cada vez estará mejor armada que ahora (y ahora ha dado muchos disgustos al ejército ruso). También se ha oído que hay indisciplina en el ejército ruso. Mala cosa un ejército indisciplinado. Pero lo real del caso es que en la guerra hay mucha mentira, mucha propaganda y mucho engaño. No nos podemos fiar de las noticias. Pero parece ser que las torturas y la muerte de civiles por parte de los rusos es un crimen de lesa humanidad y será juzgado como tal.
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