Me he levantado por la mañana con la idea de estar aislado en una ciudad fantasmal. Y un poco, es así. He ido al bar, a charlar un poco y lo he conseguido. Mi amigo me ha concedido unos minutos de conversación. La Gran vía estaba en estado de shock: solo hemos quedado unos cuantos que vagamos por las tiendas que siguen abiertas hoy lunes. Me he encontrado con otro amigo y hemos concluido que de nada sirve levantarse temprano un día como hoy. Yo me he sugestionado hondamente al levantarme y ver la casa un poco sucia y abandonada. Creía que estaba viviendo una situación penosa para mi hermano y para mí. Pero no es para tanto. Con el amigo del bar he estado hablando que después del verano se verá lo que hay en España abiertamente y no con mentiras que van tapando la realidad. La realidad es que da miedo ir al supermercado con los precios disparatados, que da miedo tomar algo, que el miedo se ha metido hasta los huesos del españolito medio. Y aún así, hay muchísima gente que se gasta el dinero en vacaciones. Bueno. Ya vendrá la factura más tarde.
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