Carlos y María irradian mucha paz pero también mucho cansancio. Todo sea por el Angelín, que les sorbe el seso a los dos. Por lo demás, yo llevo una vida social grande en este diciembre, cosa que no me impide respetar el horario de acostarme a las 10 y descansar. He visto mucha gente últimamente y me lo he pasado muy bien. He llamado por teléfono a Antonio Salgado y me ha atendido muy gratamente, así que nuestra amistad continua, yo que casi la daba por perdida. Me ha dicho que está disponible en enero. Iremos a comer a Príncipe de Vergara como antaño. He acabado una novela de la manera más brusca: he matado al protagonista principal. Bueno. Se ha muerto de un ictus. Ya no sabía qué hacer con él. Ahora solo tengo dos historias que contar y las contaré rápido para meterme en una novela de 300 páginas en cuanto pueda. La verdad, la psicóloga a la que voy me ha puesto en la buena onda, como dicen los mexicanos y estos días pretendo pasarlos bien. Vienen días festivos y hay que estar dispuesto para la fiesta y pasarlo bien. Mis padres están en mi cabeza y los demás también. Espero pasar unas navidades llenas de unción y veneración a Dios que nace. Así sea.
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