domingo, 7 de noviembre de 2021

 Debería estar lloviendo pero luce el sol. Un sol con minúsculas pero que irradia calorcillo de otoño rancio. Los viejos son difíciles de contentar, que me digan a mí este verano. Menudo rollo con las comidas y con manías que se les meten en la cabeza a mis padres viejos. Había que estar a sus órdenes continuamente. Mi cuñado Antonio no fue ni a saludarnos cuando llegamos al pueblo, el día 12 de julio. Mi hermano Paco lo pasó mal por un mal rollo psicótico que le entró y porque se obsesionó con los ruidos de la casa rural, pared con pared con nuestra habitación. No pudimos charlar con nadie del bar y aguantar las necedades del dueño del bar, que está un poco tonto: "¿estás seguro que quieres un helao?" Bueno. Y la gilipollez de los corros que se formaban en la terrazas que no nos hacían ni puto caso ni a mi hermano ni a mí, así que hemos decidido que si vamos al pueblo de visita un día, no vamos a entrar en ningún bar. El que quiera vernos que suba a la plaza. Ya veremos si el año que viene vamos al pueblo pero me da a mí en la nariz que ni hablar del peluquín. Yo ya lo he pasado bastante mal este verano.

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