He estado metiendo temas de oposición en una carpeta gigante. Recuerdo que en un examen de oposición me tocó la poesía del siglo XX española. No lo hice tan mal porque saqué un 5. En la exposición del tema me tocó la semántica y saqué otro 5. Eso dio para que me llamaran de profesor y así mi vida pegó un cambiazo grande. Al lazarillo le tocó servir a un ciego que le dijo ante una cabeza de toro de piedra que hay adornando el puente sobre el Tormes en Salamanca: "pega la oreja a la cabeza del toro y oirás gran ruido en ella." Cuando Lázaro hizo esto, el ciego le dio una calabazada de la cabeza de Lázaro contra la del toro. Pero todo se resolvió al cabo de un tiempo cuando los dos pasaban por una ciudad y llovía. Lázaro dijo al ciego: "aquí hay un gran riachuelo: dé un gran salto y no se mojará". En realidad, Lázaro puso al ciego enfrente de una pared y el golpe que se dio en la cabeza probablemente le mató al ciego. La venganza es triste, pero es venganza que se aprende después de muchas putadas. No nos dice el autor si el ciego murió, pero sí que Lázaro le dio por muerto. Tristes días aquellos en que las cosas se resolvían así de cruelmente. En la vida de hoy en día, también hay venganzas y tristezas, pero muchas otras cosas se resuelven hablando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario