En política hay que saber distinguir entre adversarios y enemigos. Este gobierno solo quiere enemigos. Desde la caída del muro de Berlín, hay una tendencia política que se basa en la división de la sociedad de modo que no se puede hacer comunidad entre la gente, sino que toda idea se basa en polarizar la política de modo que solo haya dos opciones: o la extrema izquierda o la extrema derecha. Todos somos fascistas en cuanto no somos feministas y todos somos enemigos en las redes sociales que están llenas de zascas: que si un diputado ha criticado a un dirigente; que si uno de la oposición ha fulminado a uno del gobierno y viceversa. Tendrían los políticos que llegar a puntos en común, pero no lo hacen. Siguen con la idea del enemigo: el que no piense como yo, es mi enemigo. La guerra de los sexos está servida. La guerra económica está servida y la guerra de las autonomías está servida. Así todos los días. ¿No habrá un político que tenga más miras hacia el futuro que nos salve de esta dicotomía fascismo/progresismo? Todos los días igual: unos se arrogan el progreso de la nación y la van hundiendo poco a poco y otros siguen dinamitando cualquier punto de encuentro. No debería ser así la política, llena de mentiras para desacreditar al enemigo, sino ver en la otra postura política una forma de pensar tan digna como la que hay en el gobierno.
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