lunes, 23 de enero de 2017

Hay veces que nos preguntamos por el sentido de nuestras vidas. Yo creo que también lo hacemos cuando nos va bien en la vida. La vida de un triunfador parece que está llena de sentido pero tampoco es así. ¿Por qué pasa eso? Yo creo que es porque el ser humano es contingente desde que nace. Si existiera Dios (lo pongo en condicional porque no tenemos ninguna prueba de su existencia) sería el único ser que no ha necesitado de nadie para existir y cuya existencia no depende de nada ni de nadie. El ser humano es un continuo hacerse, es un continuo juguete del azar.
El ser humano se relaciona con otros seres inevitablemente y eso le lleva a dependencias, agitaciones y preocupaciones de todo tipo. Además, el ser humano sabe que sufrirá enfermedades, sabe que es débil y en última instancia, el ser humano sabe que morirá. No somos libres de elegir nuestro destino pues el destino nos sobrevuela, diciendo qué seremos o qué no seremos en el futuro.
No somos libres, pues, no nos hemos creado a nosotros mismos sino que hemos llegado al mundo en el seno de una familia que nos moldeará y luego vamos conociendo gente que nos creará dependencias. Otras dependencias son los hábitos que tomemos en esta vida (alcohol, tabaco), queridas sustancias que también nos harán más débiles pues toda dependencia nos hace más tristes.



Échate al mundo y el mundo te dirá quién eres.
 

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