En carretera, lo pasa uno mal cuando una avería en el coche o un pinchazo nos impide continuar la marcha.
Así pasa al escritor cuando quiere escribir y la imaginación no le permite continuar con la historia.
Se siente entonces fracasado porque esa misma historia está averiada, hay algo en ella que no funciona ni obedece a los mandos de la creación literaria. La historia no es creíble y el escritor lo pasa mal porque no confía en sí mismo.
El trayecto que ha hecho no le convence y lo que le queda por recorrer tampoco contiene mucha fe.
Es como si fuera a un sitio que no le agrada y el recorrido tampoco le está gustando. El paisaje es desangelado y triste. El estilo de la narración no le convence. Es todo desmotivador y feo.
Entonces, ¿qué puede hacer el conductor-escritor? Pues seguir insistiendo y reparar la avería para seguir contando lo que sea hasta que adquiera algún sentido. Ya habrá tiempo para revisar lo que está hecho y darle un poco de orden.
La vida está hecha de muchos tropiezos y de muchos intentos de hacer algo bonito. En el telediario solo nos ponen los ejemplos de gente triunfadora. Tiene más mérito aquella gente que se ha esforzado por un ideal aunque no haya conseguido logro alguno.
Esfuérzate: así combatirás tu propio desánimo.
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