La vida es eso que nos va ocurriendo mientras hacemos planes. Hay gente que no hace planes, entonces, disfrutan doblemente de la vida. Con ello quiero decir que es mejor vivir la vida de un modo inconsciente, como lo hacen los niños.
Lo peor de mi infancia es que es pasado y que no ha dejado huella en mí. Yo ya no he vuelto a ser el niño que fui ni en uno de sus rasgos.
La pena de hacer planes es que siempre suelen fallar, nunca son como habíamos planeado totalmente. Así, aquel al que le gusta siempre estar proyectando en el futuro, se queda sin presente y su futuro no le acaba de gustar cuando se hace presente.
Yo, cuando trabajé de profesor, le debo a la inconsciencia de lo que hacía en el aula el 100 por 100 de mi éxito porque si me hubiera dado cuenta de la transcendencia o importancia que tenía aquello o de la importancia que le hubiera dado yo al hecho de explicar cosas a unos alumnos me habría agobiado de tal modo que dar una sola clase hubiera sido un infierno.
Por eso, hagámonos los ciegos al ir andando y así no nos asustarán los obstáculos o la fealdad de las calles y de las gentes que veríamos al andar.
Haz las cosas con sencilla candidez o no las hagas.
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