Hemos estado Paco y yo a la compra los dos juntos. Dos cabezas se complementan muy bien si van en la misma dirección y pronto hemos hecho la compra y acto seguido hemos cenado en buena compaña. Pero no todo han sido buenos humos entre nosotros dos. Nos hemos tirado en cara que no nos ayudábamos lo suficiente, que Paco no sabía expresarse bien y se creaban malentendidos, que no colaborábamos en las tareas de casa, que uno o el otro no tenía suficiente personalidad para enfrentarse a la gente y luego redundaba en problemas para los dos, que uno tenía vergüenza y el otro demasiada soberbia, que uno no paraba de hablar o no dejaba hablar al otro; que no nos escuchábamos lo suficiente, que cada uno iba a su bola y no mostraba empatía para el otro, etc, etc, etc. Cuando conviven dos personas, se echan en cara miles de cosas que se solucionan o no. Las riñas son indefectibles, las tienes que asumir y muchos días me he acostado pensando: "a ver si mañana estamos mejor". Luego, hemos llegado a una "entente cordiale" que hace que la convivencia sea más llevadera. No solemos hablar de lo que crea fricción e intentamos comprendernos. Con actividades como ir a la compra creamos camaradería y amistad entre los dos y nos lo pasamos bien charlando de libros y de filosofías, de las que realmente entendemos poco pero nos libran de hablar de cosas que nos separan.
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