El tiempo pasa para todos y esa es una gran ventaja porque parece que vamos todos en el mismo barco. El barco del tiempo, habría que llamarlo o más solemnemente, el barco de la historia. En ese barco algunos viajan en forma de recuerdo o ya, de lo antiguo de su muerte, no viajan de ninguna manera, ya nadie los recuerda. Fueron en otros barcos que atravesaron el mar, el mundo, hace muchísimo tiempo y ya no hay nadie que los recuerde. Quizás en un papel está estampado su nombre pero la historia los tiene hechos huesos molidos en desvencijados cementerios.
Pero, ¿quién maneja esos barcos de la historia donde vamos surcando el mundo, el mar de la vida, los acontecimientos? Quizás los políticos que dicen cómo ha de ir el barco de cargado, de lleno de víveres o de trabajadores o deciden castigar a los polizones en extremos castigos que los hacen rebajarse a delincuentes. Pero el barco no anda si la gente que los habita no iza velas, no pesca, no rema. Habría que pensar que el barco del mundo es un trato entre los que van en él y los capitanes que los gobiernan. Pero ha habido en el barco de España capitanes derrochadores que la han arruinado y ha habido otros gobernantes que han tenido que achicar agua con frenesí. Yo estoy con estos últimos y no con los putos socialistas de dame a mí que ya lo repartiré yo como me dé la gana y facturas y facturas en el cajón e ineptos como ellos solos.
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