Las que parecen las bases de este mundo se tambalean: los curas fornican con muchachas a las que emborrachan previamente, los políticos hurtan y no van a la cárcel, los jueces prevarican y hacen cohecho, otros políticos se apuntan al carro del independentismo y manipulan a la gente en su favor. Esto es una mierda. No se puede fiar uno ni del que dice misas ni del que dice que lucha por el pueblo ni de la democracia ni de los que administran justicia: todo está podrido. Pero dentro de esa podredumbre está el sentido común de pensar que todos somos humanos y por eso fallamos. De barro nos hizo Dios aunque ocupemos el cargo más serio e importante.
Todos somos corruptibles, todos somos de carne. Lo importante es que esa carne podrida salga al exterior y la muchacha diga al cura: usted es un pájaro espino de la peor calaña y los ciudadanos nos enteremos de la mierda subterránea que hay en el poder, en el Congreso, en Cataluña y sus dirigentes archimillonarios, en toda la faz del poder omnímodo que, por lo menos, saca esa carroña a relucir de vez en cuando. Todo huele: los EREs, los sobres B, pero se hace algo para destaparlo o por lo menos sabemos que algo huele mal en Dinamarca. No nos asombremos como Hamlet y elijamos la duda sino azucemos a los jueces para que meta en prisión a esos vendidos al vil metal o al pecado de la muchacha inocente.
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