A los que les gusta imponer su criterio, a los que van mirando quién es de su cuerda y desprecian a cualquiera que no piensa como ellos, a los que piensan que sus doctrinas son las mejores y su opinión debe prevalecer a toda costa, felicidades, ha nacido para ellos el borrego: auténtico idiota que sólo hace lo que le dicen aunque sea una barbaridad, aquel que aguanta los malos humores de todo el mundo hasta que se cumple la voluntad de todo el mundo menos la suya. El borrego será fiel a todo lo que digáis sin hacer distinción entre las burradas y los sectarismos.
Por un lado, ahí tenemos un hombre educado, bien formado con atenciones y comprensión hacia los demás. Por otro lado, tenemos un animal, una persona fría, terca, estúpida y que no comprende a los demás ni se esfuerza en hacerlo pero... es de los nuestros, tiene la ventaja de ser de izquierdas o de sindicatos o de derechas o de la mierda más grande del mundo: nos quedamos con él. Así va prosperando el que hace distingos entre la gente: se le unen los borregos o los mierdas y hace una legión como unas ostias. Mientras, los inteligentes miran de qué se hace una masa de adeptos inútiles y dicen: ojalá no me gobiernen ni los tenga por vecinos. Así es la vida: crea una idea, dale vueltas, sé intransigente y crearás las albóndigas de la mierda: un montón de gente que te sigue y no sabe por qué. Quizás porque a tu incompetencia humana se une la suya y seréis un montón, un montón de borregos intransigentes. Viva la masa de estúpidos.
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