Ya he venido de vacaciones. Oporto es muy bonito. Las cosas que me rodean me causan escozores. Mi hermano está muy levantisco y contestón, a mi novia le crecen los enanos, le sale todo mal. Los amigos se muestran muy extraños, dando pena para que les des algo o unos días te quieren mucho y otros, te dan la espalda.
Majadahonda en agosto está muy triste: casi no hay gente porque está de vacaciones, las calles solitarias casi resuenan de huecas que están. Mi blog está triste también porque no he escrito en él. Espero que este parón de vacaciones que he tenido me sirva para coger con más ganas la novela que estoy escribiendo.
La gente en el pueblo, en el que he estado unos días, también está como el tiempo: amuermados, aburridos. Un amigo me ha dado la lata porque no he ido al bar a verle. Menudo cansino: Yo, en el pueblo, no voy a ver a nadie, nunca he ido a ver a nadie y no iré a ver a nadie. Si no me ve el amigo en cuestión, es que no ha estado cuando he estado yo y que no sea tan inoportuno con eso de que tengo que ir a verle. Le he dicho que si estaba enamorado de mí y él se ha resignado a ver el alcance de su tontería. En fin, tienes dos carreras: una pa verte y otra pa no verte.
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