Estos últimos días de agosto están resultando un poco tediosos, solitarios, feos. En Majadahonda no hay apenas nadie por la calle, no hay pálpito alguno de la gente. Parece como si hubiera habido una guerra y estos fueran los restos. Resuenan las calles de lo huecas que están, de lo vacías, de lo tristes.
Ayer vi el fútbol pero a Paco le resultó tan aburrido (con razón) que se fue a acostar. Ya ni el fútbol mantiene frente al televisor a la gente. La verdad es que el partido fue un bodrio mayúsculo. Yo lo vi entero y fumé un montón. Ayer por la tarde tuvimos que recurrir al paseo hasta Las Rozas para matar el tiempo. Paco y yo parecemos dos viejos aburridos.
Los días van conduciendo al final del verano pero la gente ya lleva tiempo sin pensar que está en verano. Muchos no tienen dinero para vacaciones que son el símbolo del verano; otros es que ni se lo piensan el hacer un viaje y otros buscan trabajo en verano, el verano es una oportunidad para ellos, no una ocasión de pasarlo bien. Yo cada vez me aburro más en verano. Este verano he estado ocupado con mi madre enferma y con la novela y con irme a Oporto. Pero no me he divertido demasiado.
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