En estos días de agosto es cuando escribo más en el blog porque me aburro horrores. Doy unas vueltas por casa y no encuentro qué hacer y pienso: "voy a escribir en el blog" y hala. Me he bañado y sentado en la bañera (con poca agua) he oído las discusiones de los perros flauta. Como en su casa no debe haber nada que amortigüe el ruido pues suena algo fantasmal, un sonido hueco, retornado por la vacuidad de la casa y da un poco miedo. Parece que están haciendo planes para ocupar una casa. Otro ejemplar de la vecindad es Manuela. Es una señora que se parece al mudo de los hermanos Marx. Un día me dice que tomemos un café y luego no tenía dinero. Joder, dije yo, ya he tropezado con otro mangante. En su conversación mezclaba la vida de su padre con la enumeración de sus hermanas, con el lugar de su nacimiento y así, en una narración alocada y surrealista. Una vez dijo que trabajó en una revista con Vargas Llosa y me extrañó. Luego caí en la cuenta de que yo le dije hacía cinco minutos que estaba leyendo una novela de ese autor. Más rara que un perro verde esa Manuela. Últimamente no doy más que con indigentes y gente rara.
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