A los que de pequeños y de jóvenes todo se lo han dado, se lo han dado sus padres o se lo han dado un marido o una mujer y no les ha hecho falta ni trabajar ni estudiar ni nada, nada más que pedir y ya estaba todo hecho, ahora llegan a una edad o una circunstancia en que querrían que eso continuara: pedir y me dan. Pero se acabó el asunto pedir y me dan y hay que esforzarse. Y estos que se creían que la vida les iba a llevar a tener un ferrari y vivir como Dios pues así eran las expectativas que el marido o la mujer o los padres les habían dado, ahora envidian al que se lo ha trabajado desde siempre, a los que han estudiado y trabajado mientras ellos disfrutaban de la vida. Y ahora estos aspirantes al conde Lequio y la Obregón no tienen nada: ni una profesión que les guste aunque tengan que vivir de ella, ni un ferrari ni una vida ideal que sus padres o marido o mujer, como tontos, les han hecho creer que así sería. Y están frustados con su familia y sus vidas porque están más huecas que un canuto. Yo no las aborrezco a estas personas sino que me dan pena pero sí son aborrecibles porque crean malestar mental en las personas al no saber lo que quieren. Mamá, caliéntame las patatas fritas y pélame una manzana.
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