Por fin se ha acabado la boda. El día de antes, jueves, fuimos Paco y yo a la psiquiatra. A mí me dijo que me veía muy bien. La verdad es que creo que hablé coherentemente y con razón sobre las cosas que me preocupaban. Nos fuimos y por la tarde salimos hacia el pueblo con mis padres, de 90 años cada uno. Van al pueblo y parece que van a la guerra: llevan patatas, carne congelada, etc. Además, el hecho de tener 90 años dificulta algunas cosas: mi madre tiene una sordera grande y hay que hablarle a gritos. Mi padre aún parece independiente y más libre de acción pero con unas manías y ocurrencias absurdas. Llegamos al pueblo y eso parecía una peli del oeste: ni Dios por las calles. Nos vamos Paco y yo al almacén de Arsenio y nos tomamos unas cervezas. Después matamos las horas fumando o charlando, vamos al bar, etc. Tiene lugar una tertulia con los vecinos a la puerta del bar (de lo de la pandemia, las comunidades autónomas, etc.). Se acaba el jueves. Nos levantamos por la mañana y mi madre accede a ponerse un traje de lunares para ir a la boda. Vamos a "Las margas": "Las margas" es un prado con árboles, todo muy cuidado. Bajamos unas escaleras hasta donde va a tener lugar la ceremonia: hay una amiga de la novia haciendo de maestra de ceremonias y lo hace muy bien ensalzando a los novios. Luego habla otra chica y otro y otro hasta que la jueza lee un par de artículos muy breves y se casan. Todo muy rápido: mi sobrino, el novio, mete el anillo en el dedo de la novia y la novia mete otro anillo en el dedo del novio y ya están casados. Ya digo: muy rápido. En fin, llegamos a un jardincillo cuidadísimo (ni una colilla vi) y empiezan a servir el llamado cocktail que en inglés quiere decir cola de gallo y es un aperitivo con cositas finas de comer. Yo me doy un paseo con Paco por los alrededores y luego hablo con vecinos, con otros sobrinos o con amigos. Pasamos al comedor amplísimo, con mesas grandísimas pero el menú deja mucho que desear: una ensaladilla de tomate y queso de primero que no parece apto para una boda y luego, carrillada de cerdo con salsa no sé qué, tampoco lo vi muy apto; al revés. A las bodas que yo he ido (pocas, hace ya mucho tiempo) dan cochinillo pero recalentado. A mí no me gustan las bodas ni las comuniones, ni nada de todo eso. Me senté al lado de mi madre y mi padre y de mi hermano. De frente tenía a un prima y a mi cuñada, ambas con edad. No se habló de mucho ni de nada pues había un run run en toda la sala que impedía la conversación. Entre el menú, que a la hora de comer a mí me supo bien pero luego lo analicé y me pareció birrioso y el run run y las voces que dieron los amigos de los novios, eso era un jaleo que no me gustó. El caso es que la boda ha acabado y yo solo iré a las de rigor, ni más ni menos. Yo lo veo un negocio con mucha alegría y todo eso, pero un negocio.
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