El agua cae mansa sobre los tejados, sobre las hojas verdes de los árboles, sobre algún pajarillo despistado y sobre las pesarosas almas de los hombres. Una fina cortina lava los pensamientos oscuros de la tarde y levanta el ánimo de los adolescentes nuevos. Comienza el verano y algún viandante desafía sin paraguas el frío que trae este fenómeno natural; allá el, con su pan se lo coma. De la misma manera que mi cuerpo se devalúa y mi mente se despista en palabras siniestras una detrás de otra, andan los regueros despavoridos, limpiando la podredumbre de aceras y calzadas. Las gotas de lluvia y mi alma se deslavazan en un cuento antiguo y muy largo, casi eterno, quieres que te cuente el cuento del gallo de los ojos azules caracules, no, que se dice que sí...
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