Me levanto por la mañana dudando de mis posibilidades. Sé que por la tarde estaré mejor. Quizás sean los efectos de las pastillas. Daré un paseo matutino con Paco o yo solo. No me meteré en ningún bar. Paco dice que ya somos muy mayores. No es que seamos mayores sino que estamos condicionados por una enfermedad. La vida se muestra ladina y escurridiza como una anguila que no hay quién la atrape. Suena la maquinilla de afeitar. Suena el silencio de la mañana. No suenan los pájaros. La mañana esta gris como la panza de un burro. Hay que comprar pan. Ayer me di un baño. Ayer no anduvimos el paseo acostumbrado. Hoy hay bacalao con patatas que cociné el domingo. Hoy es martes. Hoy parece que un rayo de sol se cuela entre las nubes. Hoy los álamos desnudos dejan ver su presencia austera. Hoy veremos a los de la asociación. Hay un pequeño milagro que se ejecuta por encima de los tejados y revuelve el día como una pequeña tormenta. Dicen que hay gente que no cree en los milagros y dicen que hay gente que cree que la vida misma es un milagro. ¿Seremos milagros cada uno de nosotros? A lo mejor sí, pues somos parte de la Creación. Vivamos pues de esa manera: milagrosamente, divinamente, como creados para un fin superior.
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