Ahora, en primavera, un calorcillo maligno se cuela en los corazones de los hermanos y de los amigos y de las novias y de los ancianos inflamándoles el corazón. Y de esa inflamación surge un mal humor asqueroso que no deja ver la televisión o ver el ordenador sin enojarse grandemente con esos gestores de la mentira y de la verdad, esos que cuentan solo lo que les conviene. Y el telediario no cuenta la realidad tal cual es y entontece un poco el corazón y el entendimiento, que ya están tontos de por sí, por aquello que he dicho de la primavera y del mal dormir. Y la gente que sale por la televisión son odiosos: políticos maquiavélicos, anuncios de pelo y cutis y galletas y coches perfectos y demás locuras que miran tu dinero con deseo... Los que dan el telediario están dirigidos por el gobierno, por el poder y solo dicen lo que le conviene a ese Leviatán que es el Estado y todos mienten en un aquelarre de engaños, de exageraciones, de declaraciones que culpabilizan a unos y a otros. Todos deberían estar en al cárcel por mentir al ciudadano que nada hace para que le mientan.
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