Estos días he vivido algo parecido a la ataraxia: no sentir deseos ni temores en un estado de tranquilidad. Fuimos Paco y yo el miércoles a Las Matas, that little town, y allí yo me senté al fondo de una terraza del bar restaurante "Van Gogh". Estuve mirando casi extasiado a una mujer no muy guapa que llevaba pintados los labios de rojo fuerte. Gestualizaba de forma suave y su conversación con la otra mujer era tranquila. Luego, llegaron dos jóvenes con sendos cascos y estuvieron un rato en la puerta hasta que se decidieron a entrar. Eran dos moteros. Ella estaba plana, no tenía pechos casi. Llevaba una camisola al aire que daba la sensación de libertad. Parecían novios. Antes de llegar Paco y yo, había una pareja de la cual, la mujer estaba mirando un ordenador. Luego, los dos se pusieron a hablar de un hombre que estaba a punto de morirse y del uniforme colegial que tenía que ponerse un hijo de ella, que no quería ponérselo. Y así, mirando y oyendo y tranquilo como una malva, pasé la tarde. Luego paseamos y nos divertimos como pudimos. Yo estaba muy contento de poder vivir así la vida, sin reproches, sin dolor por la rutina, etc.
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