La vida es amable a veces. Y se deja tocar y acariciar como una novia que le quiere a uno de verdad. Y todo va muy bien e incluso podría ir mejor. Lo que pasa es que uno tiene deseos incubados de cosas que no se pueden cumplir por las circunstancias de esa misma vida que es buena pero no da todo lo que uno quiere. Uno fuma y desearía no hacerlo. Uno ve una chica maja y desearía que estuviera a su lado por el día y por la noche. Uno ve un libro en una librería y querría que fuera uno de los suyos que ha escrito uno y quizás le gustaría ser un poco famoso o conocido por ese libro de la librería que pone el nombre de uno y lo lee alguna gente. Uno desearía tener más dinero para comprarse un piso en la playa de Valencia para ver el mar cuando uno quisiera. Uno desearía montar en un coche y recorrer España, ver esos pueblos tan bonitos y comer de toda la gastronomía tan rica que hay en España. Uno desearía charlar con gente que entiende de libros y de literatura, a ver si se le pasa el tiempo más deprisa. A uno le gustaría montarse en un cercanías y recorrerse los suburbios de Madrid a ver que ve pero no tiene ganas. Uno desearía ir de fiesta y que le den las siete de la madrugada bailando ritmos de su juventud en una discoteca apretada de gente guay. A uno le gustaría echar un polvo con una chica y no volverla a ver y gozar como un cabrón con ella durante una noche tan solo. A uno le gustaría dormir en el Ritz y ver la gente que hay en el Ritz, que habla inglés y argentino y brasileño y polaco quizás. A uno le gustaría no ver fantasmas de la política que te amargan con las mentiras que dicen.
A uno le gustaría...
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