lunes, 31 de diciembre de 2018

Hay que ver la de cosas que hay que hacer al cabo del día. Te vistes, compruebas que tienes las uñas largas y un apunte de barba, piensas en qué hacer de comer, te tienes que lavar, ir a la compra, barrer, quizás, lavar el baño. Yo creo que el pensamiento que ocupan en nuestra cabeza tantas tareas menudas o importantes es directamente proporcional al gusto que producen cuando ya están hechas. Y hay que hacerlas.
Luego, yo quiero escribir unas líneas pero no tengo ganas. Abro el documento, lo leo, ese día me aburre mi propia historia escrita, no tengo inspiración alguna, enciendo la radio, miro en internet, se pasa una hora y no he escrito nada. Qué asco. Encima me he fumado la intemerata y no he escrito ni una línea. Me lavo, me corto las uñas, me afeito y salgo a la calle y en la calle no encuentro respuesta a mi desazón de escritor que no escribe. Vuelvo a casa y las musas no me acompañan. Maldigo mi falta de inspiración y espero que la noche sea divertida que no lo será. Otro día perdido en las Batuecas. También duerme Homero. 

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