En "El conde Lucanor" hay un cuento medieval que cuenta que un cazador de codornices caza dos de ellas en una red. Una de las codornices le ve llorar y dice: pobrecillo, le damos pena. La otra, más lista y resignada a su suerte, le dice a su compañera: ¿no ves que es el viento que le llega a sus ojos lo que le hace llorar? ¿Cómo nos va a quitar la libertad y luego va a llorar por nosotras? Pues eso. Hoy hace un día de sol frío, como invitando al paseo bien abrigado. Hoy me gusta lo que he escrito sobre la novela que llevo narrando. Hoy a las hojas amarillas les basta un soplo de aire para caer al suelo con suavidad. Hoy es otoño todavía. Hoy hay cambio político lo quieran o no lo quieran. Hoy las luces de las farolas se empañarán de la noche bonita. Hoy el ruido de los coches suena más tenue y tranquilo. Hoy los rumores de la ciudad son amigos. Hoy hay gente viajera que va a ver a su tío o a su puta madre a Tenerife. Hoy, Tarzán y su puta madre quizás sigan buscando piso en Alcobendas. Hoy a lo mejor soy más feliz que ayer. Hoy hay tornillos en mi mente que martillean datos inútiles por la noche. Hoy como y mañana a lo mejor estoy muerto. Hoy las cosas materiales han pasado a un segundo plano, mañana no sé si pediré por las calles. Hoy los mendigos duermen en habitaciones (menos mal) pagadas por el Estado benefactor de los excluidos sociales o por la iglesia que tanto da. Hoy se acabaron las excusas de pedir por la calle porque ya no doy un euro a nadie. Hoy los alcohólicos siguen bebiendo para su mal y los fumadores fumando para su ruina sanitaria. Hoy las putas hacen turno de día y de noche porque la lujuria está a flor de piel. Hoy comen los ricos y los pobres en España porque España da para todos. Y hoy, el que no haya comido es que es gilipollas porque es muy tarde ya.
Hoy, ese nombre que se pone a un día para que lo disfrutemos.
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