Ya es común en estos tiempos de crisis mirar a la puerta de un bar, según se va paseando, y al observar la poca gente que hay en él, decir:
"Este va a tener que cerrar porque no viene nadie" o decir, en la vena contraria: "¿dónde está la crisis? Ayer pasé yo por no sé dónde y estaba todo lleno de gente".
A la gente, según le dé. Pero en un periódico he leído que ya han cerrado 72.000 bares en España. Que no hubieran abierto, dirá el chistoso.
El caso es que la crisis nos ha metido a los españoles en casa, haga frío o haga calor.
Yo deseo que los que aguantan con el negocio que sea, que sigan aguantando un año, dos años más de vacas flacas hasta que esto remonte, que remontará y haya bolsillos dispuestos a gastarse un duro en el bar o donde sea.
Es triste ver la calle desolada y al camarero mirando o al tendero dándose a los demonios pero hay que aguantar.
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